En un huerto en Yautepec, vivían Manuela –joven de 20 años, tez pálida, ojos negros, cejas aterciopeladas, cabello negro y con aspecto aristocrático- y Doña Antonia –madre de Manuela, anciana de buenas costumbres y honrada. Esta última tenía una ahijada más o menos de la misma edad que Manuela, Pilar –joven morena criolla que denuncia a la hija humilde del pueblo y con carácter opuesto a Manuela- que era huérfana pero Doña Antonia se había encargado de cuidarla desde pequeña.
En el jardín Pilar y Manuela tejían guirnaldas de rosas y azahares cuando Doña Antonia le reprochó a su hija el rechazo que le tiene a Nicolás, un muchacho del pueblo y herrero de la hacienda de Atlihuayan, que desea casarse con ella. Manuela sólo siente repulsión y descontento por el herrero, lo considera un indio horrible y molesta a Pilar porque comprende que ella sí está enamorada de Nicolás.
Doña Antonia trata de convencer a su hija de las ventajas de casarse con Nicolás, pues es un hombre honrado y bueno, que además protegería a Manuela de los plateados y la llevaría lejos de los peligros de Yautepec. No obstante estos argumentos no son válidos para Manuela, quien sólo reafirma su rechazo y repulsión hacia el herrero que la ha cortejado desde un tiempo atrás. De pronto, llaman a la puerta y Pilar avisa que Nicolás acaba de llegar
Berenice: tu reseña es incompleta. Me da gusto que hayas cumplido con la creación de tu blog. Con la práctica y la experiencia, seguramente lo harás mejor.
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